Hoy día 15 de enero de 2015 llega el primer Blogger Traveller, del año, y yo lo empiezo con muchas ganas de viajar y de conocer a nuevas participantes. Me alegra ver que cada día somos más, y que esta iniciativa se va enriqueciendo con todas las aportaciones. Por esto, me apetece seguir por aquí, trayendo rincones sorprendentes de la geografía de las Islas Baleares, y en concreto, de mi pequeño pueblo, Binissalem.
En esta ocasión, el tema elegido por Patty es BLANCO
Muy probablemente, algunas de vosotras tenéis el privilegio de tener montañas nevadas, pero aquí, en mi isla, nieva sólo dos o tres veces al año, y siempre en lo más alto de las cumbres, lo que hace difícil subir a hacer fotos.
¡Con lo que nos gusta la nieve! nos gusta tanto, que la novedad y la sorpresa cada vez que hay nieve, hacen que los habitantes de pueblos cercanos, e incluso los de Palma, vayan hacia los puertos de montaña (que básicamente sólo es uno, el del Puig Major) y se pasen el día disfrutando de la nevada.
Por esto, aunque me hubiera gustado traer fotos de nieve, no será posible, puesto que no ha habido aún ocasión de ver nevar este año, al menos, en zonas accesibles.
Por lo tanto, el color blanco de mi post va a venir de la mano de otra de las islas: Menorca, y en concreto, una población que me encanta: Ciutadella.
El lugar elegido para excursión de hoy es una belleza de ciudad medieval donde callejear es un placer.
Las calles empedradas, los gruesos muros pintados de blanco, los adornos sencillos y los colores contrastados, dan a esta población gran parte de su encanto.
En el casco antiguo, la mayoría de las casas no superan los dos pisos de altura, lo que ha permitido conservar a esta ciudad todo su encanto marinero y mediterráneo.
La combinación de colores blanco con tonos azules y a veces ocre, también resaltan ese carácter sencillo y tranquilo de las islas, carácter que comparten quienes se quedan prendados de su belleza.
¿Comenzamos nuestro paseo, cámara en mano?
Los empedrados de las calles se encuentran en todo el casco antiguo, formando, a veces, pequeñas obras de arte en su composición, como este círculo rodeado de adoquines.
Son habituales las persianas pintadas de verde, y también las cortinas blancas adornadas con puntillas y bordados, que se aprecian a través de puertas y ventanas.
En algunas fachadas podemos encontrar elementos arquitéctónicos ocultos, que al ser reformadas, han aparecido y han sido respetados por los propietarios. Me divierte encontrar este tipo de decoración, y sobre todo, el contraste de colores que hace aún más bonita la ciudad, si cabe.
Las arcadas de la calle de Ses Voltes, me tiene enamorada. Pasear por estas calles, flaqueadas por tiendas tradicionales, que han mantenido su esencia, es una experiencia para no perderse.
Los estrechos callejones, en los que durante el invierno puedes caminar oyendo únicamente el sonido de tus propias pisadas, son perfectos para pasear en bici o para dedicar unas horas a descubrir la belleza de su construcción, sumergiéndote en un mar de tranquilidad.
No será lo mismo en verano, cuando esta pequeña población acoge a viajeros de todo el mundo, pero con este amor que me caracteriza por mis islas, te contaré un secreto: ¡Menorca es preciosa en cualquier época del año!